La amenaza interestelar

En los últimos meses se ha hablado mucho en Internet sobre “ATLAS/31”. En realidad, el nombre correcto es 3I/ATLAS: esa “I” es una “i” mayúscula (significa interestelar), que a menudo se confunde con “1”. 3I/ATLAS es un objeto interestelar descubierto el 1 de julio de 2025 por el proyecto ATLAS en Chile; es sólo el tercer visitante confirmado procedente de fuera de nuestro Sistema Solar. Según la NASA y el MPC, se comporta como un cometa en trayectoria hiperbólica, es decir, no está ligado al Sol.

Un estudio reciente, publicado por Avi Loeb, físico israelí, propone que el objeto interestelar 3I/ATLAS podría ser una sonda alienígena hostil. Entre los elementos de apoyo figuran su trayectoria anómala, su alta velocidad y su paso muy próximo a planetas como Júpiter, Marte y Venus, circunstancias que lo harían ideal para misiones de espionaje extraterrestre. Además, su ocultación temporal tras el Sol durante su periodo de máximo brillo se interpreta como una elección estratégica.

Cuando los telescopios terrestres interceptaron el cometa interestelar 3I/ATLAS, los científicos hablaron de un visitante natural, un fragmento de hielo y polvo nacido en un sistema estelar lejano. Pero pronto, la narrativa oficial empezó a resquebrajarse. Los cálculos orbitales revelaron maniobras sutiles, desviaciones inexplicables, aceleraciones no sólo debidas a la desgasificación. El objeto parecía seguir una trayectoria deliberada.

Muchos han empezado a llamarlo Atlas 31, convirtiendo el acrónimo en un código oscuro, el presagio de un acontecimiento final. En las plazas digitales del mundo se habla de una “invasión alienígena”, de una “nave nodriza disfrazada de cometa”. Algunos recuerdan antiguas profecías: la “estrella anunciadora de la perdición”, las señales en los cielos antes de la caída de los imperios.

Las teorías sobre una invasión inminente se vuelven repentinamente plausibles. Una señal de que la Tierra no está sola, pero también de que no está a salvo. Si Atlas 31 es la primera oleada, lo que le siguió puede marcar el principio del fin del mundo.

Cuando las luces de 3I/ATLAS brillan en el horizonte, la civilización humana se encuentra suspendida entre dos opciones: resistirse a lo desconocido o rendirse al destino escrito en las estrellas.

Sin embargo, la comunidad científica es muy crítica:

– Describe estas creencias como infundadas, útiles sólo para generar clics y reacciones mediáticas.

– Reitera que los datos recogidos hasta ahora indican claramente que el 3I/ATLAS es un cometa interestelar natural, no un vehículo tecnológico explícitamente alienígena.

En realidad, esto es lo que sabemos ahora sobre este misterioso objeto:

– Ninguna amenaza para la Tierra: el paso más cercano a nuestro planeta será de alrededor de ~1,8 UA (≈270 millones de km).

– Calendario: el perihelio se espera para finales de octubre de 2025, justo dentro de la órbita de Marte; en las semanas de máximo acercamiento al Sol, desde la Tierra el objeto estará cerca de su conjunción con el Sol, por lo que será difícil de observar, y luego volverá a ser visible a principios de diciembre.

– Por qué es noticia: algunos artículos y un ensayo de Avi Loeb han propuesto escenarios más especulativos sobre su naturaleza (en su mayoría hipótesis a debatir, no consenso científico). La clasificación oficial sigue siendo “cometa interestelar”.

PERO, ¿qué dice la Biblia y dónde entran en juego las profecías bíblicas y la tradición rabínica?

1) “Señales en los cielos”: el lenguaje profético de la Biblia

La Biblia hebrea utiliza a menudo el lenguaje celestial como metáfora teológica. El profeta Joel habla de “prodigios en el cielo y en la tierra… el sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre” antes del “día del Señor” (Joel 2:30-31). Se trata de un registro apocalíptico que vincula los fenómenos celestes a momentos históricos decisivos, pero sin identificar cometas concretos.

Job 38:31 también interroga al hombre sobre su impotencia ante el orden cósmico: “¿Puedes tú atar las Pléyades o aflojar el cinturón de Orión?”. Es un pasaje que hace hincapié en el dominio divino sobre el cosmos más que en la predicción de acontecimientos astronómicos puntuales

2) “De Jacob saldrá una estrella”: del texto bíblico a la reinterpretación histórica

Estas tradiciones muestran cómo los cielos se leían también en clave profética, según la sensibilidad de la época Números 24:17 (“una estrella saldrá de Jacob”) se leía en clave mesiánica en círculos judíos y cristianos. En la época romana, el rabino Akiva aplicó ese versículo al líder de la revuelta de 132-135, al que desde entonces se ha apodado Bar Kokhba (“Hijo de la Estrella”). La asociación entre “estrella” y puntos de inflexión históricos es, por tanto, antigua, pero se refiere a figuras (y símbolos) históricos más que a cometas concretos.

3) Los sabios y los cometas: Talmud.

En la literatura rabínica aparecen varias menciones de fenómenos celestes:

– Horayot 10a recuerda “una estrella que aparece cada 70 años y desvía a los marineros”, a menudo relacionada (retrospectivamente) con el cometa Halley.

– Otras fuentes hablan del cruce de Orión por un cometa como una señal ominosa, con la aclaración de que lo que parece pasar “es el resplandor”, no el cuerpo del cometa.

El historiador del siglo I, Josefo Flavio, relata que antes de la caída de Jerusalén aparecieron “una estrella parecida a una espada” y un cometa que duró un año, elementos leídos entonces como presagios. Éste es un ejemplo de cómo la historia y los signos celestes estaban conectados en la memoria religiosa.

4) Misticismo y signos: el Zohar

Las imágenes de estrellas del este rodeadas de otras estrellas “durante setenta días” antes de las revelaciones mesiánicas son recurrentes en la literatura cabalística (por ejemplo, Zohar, Shemot). Se trata de textos simbólicos y no normativos, pero muestran cómo una “estrella extraordinaria” podía convertirse en un icono de pasajes históricos en la sensibilidad judía.

5) La posición racional: Maimónides frente a la astrología

Por otra parte, Maimónides (Rambam), en su famoso Epistolario sobre Astrología, se niega a basar decisiones o creencias en presagios celestes. Para él, las estrellas y los planetas forman parte de la creación divina, pero no determinan los destinos humanos: una brújula ética muy influyente hasta nuestros días.

Pero sin duda podemos decir que 3I/ATLAS es una “estrella errante” fuera de lo común, y como tal puede despertar temas simbólicos presentes en la Biblia (los “signos en los cielos” de Joel) y en la tradición (la “estrella” mesiánica de Nm 24:17; los relatos rabínicos sobre cometas y ciclos celestes). Estos paralelismos son principalmente literarios y teológicos, no predicciones astronómicas. En los próximos días g Los observadores intentarán caracterizar la composición (hielos, polvo, posibles moléculas) y la dinámica de 3I/ATLAS durante las ventanas de observación y geometría útiles, especialmente después del perihelio, cuando regresará angularmente lejos del Sol. Es una rara oportunidad de comparar un cuerpo nacido en otro sistema estelar con nuestros cometas. Para el público: no se trata de un “espectáculo de balcón”, sino de una gran historia científica en curso.

Nuestra opinión y nuestro consejo es que vuelvas “¡A la ley, al testimonio!” (Is 8,20).

No a los susurros de los temores, ni al clamor de la especulación, sino a la Palabra viva que nos ha sido dada. La verdad no se mide por los signos del cielo, ni por los presagios de los cometas, sino por la voz del Señor Jesucristo.

Muchos miran hoy al Atlas 31, el cometa interestelar, como si fuera un presagio de fatalidad o el anuncio de una invasión. Pero sabemos que las Escrituras son claras: nuestros corazones no deben turbarse. Jesús nos ha dicho: “Vengo pronto”. No nos ha dejado en la incertidumbre, sino que nos ha dado la certeza de su gloriosa venida.

Aunque Atlas 31 no sea la señal del fin del mundo, y probablemente no lo sea, si lo fuera, sólo confirmaría las palabras de Jesús: “He aquí que vengo pronto, y mi recompensa está conmigo” (Ap 22,12). Los cielos pueden temblar, las estrellas pueden caer, los pueblos pueden agitarse, pero su promesa permanece firme.

La fe no se apoya en un cometa, sino en la Cruz y la Resurrección. La esperanza no se enciende por un resplandor en el firmamento, sino por la luz que ya brilla en el corazón de los que creen. El miedo al mundo no debe sustituir a la santa expectación ante la llegada del Esposo.

Estamos llamados a estar preparados: no con refugios y alarmas, sino con corazones puros, lámparas encendidas y aceite de fe. Porque el Señor vendrá como un ladrón en la noche, no anunciado por cálculos astronómicos, sino esperado por los que velan en oración.

Atlas 31 pasará y será olvidado, pero las palabras de Jesús nunca caerán en saco roto sin cumplirse. Su promesa nunca será en vano. A la ley, al testimonio: la verdad es Cristo, el Hijo de Dios, que vuelve. Y bienaventurado el que sea hallado preparado a su venida.